Flores amarillas y primavera: por qué regalarlas al comenzar la estación - Peppo | Boutique Botánica

Flores amarillas y primavera: por qué regalarlas al comenzar la estación

La primavera tiene algo de magia: de pronto, el frío empieza a aflojar, los días se alargan y los colores regresan con fuerza. Entre todos, hay uno que resplandece: el amarillo. Como pequeños soles en cada tallo, las flores amarillas se convirtieron en el gesto de bienvenida a la estación del renacer.

El origen de la tradición

Regalar flores amarillas en primavera es una costumbre que se consolidó en los últimos años, impulsada por la cultura popular y las redes sociales. En Argentina, la novela Floricienta inmortalizó la escena de un ramo amarillo como símbolo de amor y alegría, y desde entonces la tradición se viralizó. Hoy, cada septiembre, es una excusa para compartir luz, cariño y esperanza.

Qué significa el color amarillo en las flores
  • Alegría y vitalidad: el amarillo se asocia con el sol, la energía y el optimismo.

  • Renovación: es el color de los comienzos, de las primeras luces del día y de la nueva temporada que empieza.

  • Amistad y calidez: a diferencia de los rojos apasionados, el amarillo transmite cercanía, ternura y buenos deseos.

  • Un llamado a la atención: en la naturaleza, el amarillo resalta, atrae polinizadores y, en nuestras manos, atrae sonrisas.

Flores amarillas y primavera: el vínculo natural

La primavera es el momento en que todo se abre, florece y vuelve a latir. El amarillo es la traducción perfecta de esa estación: es luz, es calor, es vida que regresa. Regalar flores amarillas es, en cierto modo, regalar un pedacito de sol.

Cómo regalar flores amarillas con sentido
  • Elegí flores que hablen de vos: girasoles, rosas, margaritas o lirios amarillos.

  • Sumales una nota personal, un gesto, un abrazo: lo importante es la intención.

  • Compartilas no solo en pareja: también con amistades, familia o con vos misma como regalo de luz.

 

Las flores amarillas son el recordatorio de que el invierno no dura para siempre. Son promesa de días largos, de calor suave y de brotes nuevos. Cuando regalamos una, regalamos también un deseo: que la vida vuelva a florecer en quien la recibe.

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